DEL CUENTO A LA NOVELA. DESAFIANDO MIS LÍMITES.
Como en cualquier otro aspecto de mi vida, en mi faceta como escritora también sigo evolucionando.
Un dia, aún hoy no se muy bien cómo, escribí un cuento, y luego otro, y otro… hasta formar el que sería mi primer libro “Relatos para despertar el corazón dormido”. Luego nacerían otros, igual de queridos por mí. Cada libro que escribo es como parir un nuevo hijo. Un hijo diferente a todos los demás, con su personalidad propia, con sus luces y sus sombras, pero engendrado con el mismo amor.
No soy una escritora disciplinada. Soy un espíritu libre. Cuando percibo el sutil susurro de mi alma, sé que debo ponerme manos a la obra y “crear”, Y es entonces, y solo entonces, cuando la inspiración fluye, revelando al intelecto lo que debe transcribir. Cuando esto acontece puedo escribir durante horas sin acusar cansancio alguno.
Siguiendo los dictados de mi intuición, pasé del cuento a la que será mi primera novela, sin por ello renunciar a los relatos. La gestación comenzó hace algunos años, tampoco demasiados, pero si los suficientes para que el proyecto madurase.
Dar el salto del cuento a la novela no ha resultado una tarea sencilla. La novela a diferencia del cuento ha de ser más extensa, requiere una amplia descripción, tanto de los personajes, como de los lugares y de los hechos, además posee varios nudos y desenlaces.
Llevar a buen puerto este proyecto requiere de tiempo y dedicación y yo no siempre dispongo de ellos. Si bien ha habido períodos en los que me he tomado un descanso, en ningún momento me he sentido tentada a rendirme. Sigo con la ilusión intacta y con más ganas de nunca de verla finalizada y publicada.
Disfruto y sufro a partes iguales dando vida a los personajes. Vivo sus dramas y sus alegrías como propios. Confieso, que en más de una ocasión he llorado escribiendo una escena o incluso un capítulo, pero ¿Cómo transmitir una emoción sino la he experimentado antes?
La novela, como el resto de mis creaciones literarias tiene un mensaje y una invitación a la reflexión.
El tema versa sobre “la culpa”. Ese sentimiento auto castigador e implacable que esclaviza y atormenta a quien lo siente.
Cada personaje convive con “la culpa” del único modo que sabe.
¿Aprenderán a gestionarla, o por el contrario se verán avocados a la tristeza, la vergüenza, la autocompasión o los remordimientos?