MADRE, AMOR ETERNO E INFINITO
¿Qué significa ser Madre?
Una madre es una mujer que durante nueve meses protegerá la nueva vida que se está gestando en su vientre. Espera con ansiedad e ilusión ver los ojos de su hijo/a, sentir el calor de su pequeño cuerpo y la suavidad de su piel. Una madre es una mujer que le dará todo, sin pedirle nada a cambio. Celebrará con él/ella los momentos más dulces y le brindará cobijo en los tiempos amargos. Le ofrecerá consejos y le obsequiará con paciencia, indulgencia y amor incondicional. Le perdonará todo aunque tenga el corazón roto, porque su amor es eterno e infinito.
Una madre tiene el poder de sanar cualquier dolor con una caricia, un abrazo o un beso, pero una madre, ante todo es una mujer, un ser humano que también precisa ternura y cariño.
Dale las gracias por sus desvelos, alaba sus logros y disculpa sus errores. Muéstrale el amor que le profesas. Dile que la quieres, pero hazlo ahora, en este momento. Hazlo cada día y en cualquier ocasión.
No esperes para hacerlo al “Día de la Madre, “Navidad· o por su cumpleaños. Mañana puede ser “demasiado tarde.”
LOS BESOS DE UNA MADRE
Del libro: “Cuentos de la abuela Carmina”
Érase una vez un niño de ensortijados cabellos de oro e inmensos ojos color de mar. Como un ángel de Murillo, así era David.
Huérfano desde muy pequeño, vivía con su abuelo, un viejo pescador, en un pueblo de la bella costa cantábrica.
Despierto y locuaz, interrogaba sobre todo lo que se presentaba ante sus expectantes pupilas.
—¿Qué son las nubes? —preguntó con los ojos muy abiertos, como si temiese perder algún detalle de la respuesta.
— Con el calor se evapora el agua de los océanos, mares, ríos y lagos; al llegar a las capas más altas de la atmósfera, se enfría y condensa, formando las nubes —explicó el anciano.
—¿La lluvia es el pis de las nubes? —continuó interrogando el niño.
Divertido ante la inesperada pregunta y ocultando la sonrisa que asomaba a sus labios, en intento de evitar la sensación de burla ante su retoño, respondió.
— Las nubes no hacen pis, David. Cuando el aire cálido asciende, el vapor se condensa; el tamaño de las gotitas de agua que forman las nubes se hace mayor, hasta que no pueden seguir flotando en el aire y caen. Así se produce la lluvia.
En las noches de verano el niño observaba las estrellas junto a su abuelo, quien le contaba fantásticas historias de héroes y villanos; de sirenas y mundos mágicos.
David abrazó al abuelo, y la ansiada pregunta salió de sus inocentes labios:
— ¿Cómo son los besos de las mamás? —quiso conocer el angelito, con un halo de nostalgia en la mirada.
El anciano le estrechó contra su pecho, y conteniendo el llanto, respondió:
— Son cálidos como los rayos del sol, dulces como la mermelada de fresa que tanto te gusta y únicos como la luz de las estrellas.
FIN